jueves, 13 de octubre de 2011

Laura Marling - A Creature I Don’t Know


El álbum empieza con una sorpresa, “The muse”, que me hace temer por la Laura que conocía, la joven poseída por el espíritu de Nick Drake y enamorada de la garra folkie de Marcus Mumford y sus sons. Me digo que el mundo no necesita otra Madeleine Peyroux y... me maldigo por precipitarme en mis juicios, “I was just a card” me muestra que estaba equivocado (una vez más), me confundía la madurez de quien en su tercer disco se acerca a Joni Mitchell y Rickie Lee Jones. Para cuando el reproductor señala el número 10 de “All my rage” mis temores han desaparecido y mis anhelos satisfechos: el mundo, al menos ese trocito que, además de oír, siente la música, tiene entre sus manos el mejor disco de Laura Marling.

Su "I Speak Because I Can" (motivo de comentario por estas tierras), pudiera haber sido ese álbum que muchos artistas entregan recién iniciada su carrera y que son incapaces de superar. En menos de un año, Laura Marling lo ha conseguido, no sólo con sus mejores canciones, sino también ampliando los colores de su paleta musical, sus influencias y su experiencia (¿se puede hablar de experiencia cuando se ha vivido veintiún años?), desde el jazz de “The muse” (me retracto de mis iniciales reticencias), hasta el furioso crescendo de “The beast” por el que PJ Harvey volvería a caer en los brazos de Steve Albini, la catarsis previa a tomar prestada la guitarra de Leonard Cohen y atreverse con “Night after night”, despojada de cualquier otro vestido para interpretar su particular versión de “Famous blue raincoat”. Como quien ve de nuevo una película con la esperanza, cada vez, de que cambie el final, siempre espero escuchar - “It’s four in the morning, the end of december... y mi sorpresa es que son las palabras de Laura las que llenan los versos musicados por el canadiense.


La criatura, cuyo título nos dice desconocida, tiene un pasado y dos hermanos mayores de los que no se olvida. Ethan Jones repite como productor, Nick Drake está vivo en “Don’t ask me why” y Marcus Mumford, aunque desaparecido de los créditos (y de su cama), sigue presente en los textos (no como autor, sino como motivo) y su influencia es evidente en el protagonismo del banjo, contrabajo, piano y cuerdas, elevando la tensión de las canciones como sólo su anterior banda de acompañamiento sabe hacer con el country y el folk. Una huella que nos muestra en “My Friends”, en “Sophia”, el single que nos hizo pensar en este disco como una continuación del anterior, o en “All my rage”, la despedida en la que cierro los ojos y me puedo imaginar a George Harrison coreando el mantra final; pero quizá sólo sean alucinaciones, las mismas que me hacen pensar en Patti Smith cada vez que el estribillo de “Salinas” pronuncia - “ask the angels” y me remite al título de la lejana canción que abriera "Radio Ethiopia".

A pesar de ser demasiado joven para reconocer a la bestia con quien yace esta noche, la vida ha dejado cicatrices a su paso, sus versos son maduros y las canciones su curación. Un álbum duro, y a la vez, hermoso y difícil de catalogar. Procede del folk, o eso nos hicieron creer, ahora se abre al country, al jazz y al rock. Colóquenla en el mismo cajón que los viejos discos de Jude Sill o los todavía poco gastados de Fiona Apple, mientras la industria sigue inventando Duffys y Adeles o buscando a la sucesora de Winehouse, Laura Marling ya ha colocado tres obras maestras en la calle.

3 comentarios:

  1. Es Leonard Cohen en femenino. Guardando las distancias, espectacular

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  2. El hecho que aparezca unas cuantas veces el nombre de Nick Drake en tu artículo hace que me haya interesado por esta chica. Me la apunto en la libreta que tengo en el escritorio porque si recuerda a Nick, me da que entonces sonará mucho durante este invierno:)

    ¡Saludos!

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  3. Me la has descubierto y me ha impresionado mucho esta chica, como dices se nota que se curte bien de un duro pasado y de los viejos poetas. Un fuerte saludo Coco!

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