domingo, 23 de enero de 2011

Villagers – Becoming a Jackal

Esto de estar desconectado del mundo... Echen un vistazo a la entrada de la Land con ocasión de la revisión que hace MOJO del maravilloso "Harvest". En la disección del disco aparecen Doug Paisley, Kelley Stoltz, Phosphorescent, Danny & The Champions of The World (¿es un disco homenaje o lo mejor de 2010?) y unos tal Villagers, ―“...ni puta idea de quien eran pero me han encantado...”. A mí estas cosas me provocan y me siento un poco responsable de no haber enseñado este disco mucho antes.

Uno de los descubrimientos del pasado año. Lo tenía guardado, reposando, por si se trataba de esos casos en los que un artista te impresiona fruto del amor a primera vista pero se apaga cuando le acabas viendo vicios y defectos en principio escondidos. Han pasado unos meses y sigo seducido por sus encantos, amor verdadero.
"Becoming a Jackal" es un disco raro, es un disco delicado, duro, encantador, sorprendente, diferente..., es un disco raro.
A medio camino entre el cantautor guitarra en mano y el crooner que se apoya en el piano, se nos presenta, escondido tras el nombre de Villagers, un joven dublinés bautizado como Conor J. O’Brien. Su aspecto denota los veintipocos años que constan en su pasaporte, pero su música... ─“...tío cantas como si tuvieras 18 pero compones como si hubieras vivido 50”, serían mis palabras de tener la ocasión.
Lo más recurrente sería incluirlo en el saco de los Damien Rice y compañía pero sus canciones son mucho más oscuras y desde la inicial “I saw the dead” producen en el oyente una atractiva sensación de dulce intranquilidad. Pienso en Elliott Smith y en Jacob Golden (alguien debería dar coba a este muchacho). El desasosiego te atrapa y con “Becoming a Jackal” (la canción) te termina por hipnotizar y no soltarte hasta que los aullidos (literalmente) de “Pieces” te despiertan.
Su voz temblorosa recita unas letras escritas en primera persona y de una madurez sorprendente, cerca del folk, guitarras acústicas y armonías vocales muy, muy, cuidadas. Piezas como “Ship of promises”, “The meaning of the ritual” o “That day” van más allá, los violines, los vientos, los arreglos orquestales recuperan en mi memoria a Cardinal, ¿se acuerdan de Cardinal? El grupo de culto de Richard Davies y Eric Matthews se mereció mejor suerte en su día y artistas como Tindersticks (a quienes han teloneado Villagers) o Richard Hawley seguro que me darían la razón.
El disco crece canción a canción, nos da un respiro con el pop de “The Pact (I’ll be your fever)” y consigue con “Twenty seven strangers” una de las cimas emotivas del año. Me he preguntado cien veces si de verdad se tratará de un debut, si de verdad ese joven que vemos en los videos será el responsable de semejante colección de canciones y he buscado en la letra pequeña quién estaría detrás de la producción: Tommy McLaughlin, apunten también este otro nombre.

El álbum de Dylan LeBlanc lo acompaña muy cerca del reproductor. Poco tienen que ver el uno con el otro, ¿dos jóvenes viejos quizás? Ambos me ayudan a no dejar nunca de creer que, en la música que me acompaña, lo mejor esté todavía por llegar.


My love is selfish, but I know yours is too...

viernes, 21 de enero de 2011

La noche que no podía dejar de llorar

Ni sé ni me importa lo que el resto del mundo, el que se relaciona superficialmente conmigo, pueda llegar a pensar. Tengo la habilidad de hacer sentir incómoda a gente que me importa, mis silencios… Me he acostumbrado a la soledad, resistiéndome a que ninguna relación acabe por llegar a buen puerto, antes o después acaba por aparecer el barco que soy incapaz de gobernar. Hundiéndome, sin remedio.
Quien tengo a mi lado nada y se aleja, seguramente, yo haría lo mismo por temor a ser arrastrado al fondo.

Son muchas las noches que, arrepentido, ya era demasiado tarde para salir a flote pero, esta vez, sólo por esta vez, quiero que me abracen, necesito que me abracen. Harto de apartarme, harto de tragar agua, harto de vomitar bilis, incapaz de gritar, cuando creía que ya no sabía, esta noche he vuelto a llorar.

LO SIENTO.


Your blood runs white.
Your eyes were wild.
Your mother cursed the day
that she ever had such a child.
You stole all the flowers and I drank all the wine.
I pissed it all away
on the night I couldn't stop crying.

We made up new constellations
freezing at night on the beach.
I was prepared to learn
and you were prepared to teach me.
But on the ships I could not captain.
You navigate our way through the sea
but I sank below the waves.
I sank below the waves
on the night I couldn't stop crying.